El rugido de los motores en el Circuit of the Americas se desvaneció hace apenas unos días, pero el eco de la controversia aún resuena en el paddock de la Fórmula 1. El Gran Premio de Estados Unidos 2025, disputado el pasado fin de semana, no solo coronó a Max Verstappen con una victoria dominante en la carrera principal y la Sprint, sino que también desató un torbellino de acusaciones que ha puesto a Red Bull Racing en el centro de la tormenta. El incidente, bautizado por los aficionados como “TAPEGATE”, involucra una aparente maniobra para interferir en la posición de salida de Lando Norris, piloto de McLaren, y ha culminado en una multa de 50.000 euros impuesta por la Federación Internacional del Automóvil (FIA). ¿Qué hay detrás de esta brecha en las normas de seguridad y ética deportiva que amenaza con empañar el final de temporada?

Todo comenzó en la tensa atmósfera previa a la largada en Austin, Texas. Con solo cinco carreras restantes en el calendario 2025, la lucha por el título de pilotos entre Verstappen y Oscar Piastri de McLaren se encuentra en su punto más álgido, con una diferencia de apenas 40 puntos. Norris, partiendo desde la segunda posición en la parrilla, había colocado una cinta adhesiva de color específico en el muro publicitario adyacente a su slot para alinear con precisión su McLaren MCL40. Esta práctica, común en la F1 para optimizar la salida, no viola ninguna norma siempre que no interfiera con elementos oficiales o publicitarios. Sin embargo, en los minutos finales antes de la vuelta de formación, un miembro del equipo Red Bull irrumpió en el área restringida de la compuerta 1, ignorando las señales de cierre por parte de los comisarios.
Los oficiales de pista, que ya habían iniciado el proceso de sellar el acceso para garantizar la seguridad del trazado, intentaron detener al intruso verbal y físicamente, pero este prosiguió hacia la cinta de McLaren, aparentemente con la intención de removerla. La FIA, en su documento oficial Doc 59, califica esta acción como una violación grave de los Artículos 12.2.1.h e i del Código Internacional Deportivo, que prohíben ignorar instrucciones de los funcionarios y comprometer las medidas de seguridad en la pista. “Entrar en la pista o obstaculizar las preparaciones de seguridad después de que la parrilla haya sido despejada está absolutamente prohibido”, enfatizaron los comisarios en su resolución. La sanción económica de 50.000 euros se divide en dos partes: 25.000 euros inmediatos y el resto en suspenso hasta el cierre de la temporada, condicionado a que Red Bull no reincida en infracciones similares.
Laurent Mekies, director de equipo de Red Bull tras el controvertido relevo de Christian Horner, minimizó el episodio en declaraciones a la prensa justo antes del veredicto. “Se trató de un simple malentendido”, afirmó Mekies con aparente serenidad. “Revisamos el video junto a la FIA y aclaramos que no había intención de violar protocolos. Nuestro enfoque sigue en apoyar a Max en su pelea por el campeonato”. Estas palabras, pronunciadas en el hospitality de Red Bull bajo el sol texano, intentaban apagar el fuego, pero solo avivaron las sospechas. ¿Un error inocente en un momento tan crítico, o una táctica calculada para desestabilizar a un rival directo? La coincidencia temporal, justo cuando McLaren ajustaba su alineación, invita a especular sobre las presiones internas en un equipo que ha dominado la temporada pero ahora enfrenta escrutinio constante.

Desde el lado de McLaren, la reacción no se hizo esperar. Lando Norris, el joven británico que ha emergido como una amenaza real para Verstappen, expresó su frustración en la conferencia de prensa post-carrera. “Es decepcionante ver cómo un equipo intenta jugar sucio en la parrilla”, declaró Norris, con la mirada fija en las cámaras. “Estábamos listos para una salida limpia, y de repente alguien cruza la línea, literalmente. Esto no es solo sobre una cinta; es sobre el respeto al deporte que todos amamos”. Sus palabras, cargadas de una mezcla de indignación y determinación, resonaron en las redes sociales, donde el hashtag #TAPEGATE ya acumula millones de interacciones. Andrea Stella, jefe de McLaren, respaldó a su piloto con mayor vehemencia: “La FIA actuó con rapidez, pero estos incidentes erosionan la integridad de la F1. Esperamos que sirva de lección para todos, no solo para Red Bull”.
Max Verstappen, el tricampeón neerlandés y epicentro de la polémica, optó por un tono más diplomático al ser interrogado en el parc fermé. “No estoy al tanto de los detalles del equipo, pero confío en que todo se resolvió de manera justa”, comentó Verstappen mientras firmaba autógrafos para una multitud eufórica. “Mi foco está en la pista, ganando carreras como la de hoy. Hay mucho en juego, y no hay tiempo para distracciones”. A sus 28 años, Verstappen ha convertido Austin en su feudo personal, sumando su tercera victoria en cuatro visitas recientes al trazado texano. Sin embargo, incluso él no pudo evitar que la sombra de TAPEGATE se proyectara sobre su podio, recordando a los observadores que la F1 no es solo velocidad, sino también un tablero de ajedrez donde cada movimiento cuenta.
Esta no es la primera vez que Red Bull se ve envuelta en controversias este año. Recordemos el roce con la FIA por presuntas irregularidades en el desarrollo aerodinámico durante la pretemporada, o las tensiones internas que llevaron a la salida de Horner. TAPEGATE, aunque menor en escala, amplifica las dudas sobre la ética en un equipo que ha acumulado más de 500 puntos en el campeonato de constructores. La comunidad de la F1, desde foros especializados hasta transmisiones en vivo, ha estallado en debates: ¿representa esto una cultura de impunidad en los grandes equipos, o un error humano en la vorágine de la competencia? Expertos como Martin Brundle, comentarista de Sky Sports, lo ven como un síntoma mayor. “La F1 está en una era de máxima transparencia”, señaló Brundle en su podcast semanal. “Incidentes como este, por pequeños que parezcan, pueden costar caro en términos de reputación y confianza de los fans”.

A medida que el circus de la Fórmula 1 se traslada al Autódromo Hermanos Rodríguez para el Gran Premio de México este fin de semana, del 24 al 26 de octubre, todas las miradas estarán en Red Bull. La multa, aunque modesta en comparación con presupuestos millonarios, sirve como advertencia: la FIA no tolerará más resbalones en un campeonato donde la rivalidad entre Verstappen y Piastri podría decidirse por décimas de segundo. McLaren, fortalecido por el apoyo de sus hinchas, llega con sed de revancha, mientras que los ingenieros de Red Bull ajustan no solo sus autos, sino también sus protocolos. En un deporte donde la innovación choca con la regulación, TAPEGATE nos recuerda que el verdadero escándalo no está en la cinta removida, sino en las grietas que revela bajo la superficie impecable de la parrilla.
El impacto de este suceso trasciende Austin. En un año marcado por el crecimiento global de la F1, impulsado por series como Drive to Survive, los aficionados demandan pureza en la competencia. Redes sociales bullen con memes y teorías conspirativas, desde sugerencias de que Red Bull buscaba “robar” una ventaja sutil hasta llamados a una investigación más profunda. La FIA, por su parte, ha prometido revisar los procedimientos de parrilla para futuros eventos, potencialmente implementando barreras adicionales o monitoreo en tiempo real. Mientras tanto, el mundo espera el próximo capítulo: ¿podrá Verstappen sellar su cuarto título sin más sombras, o convertirá TAPEGATE en el catalizador de una remontada épica de McLaren?
En última instancia, este escándalo subraya la fragilidad del equilibrio en la F1: un deporte de precisión milimétrica donde un gesto equivocado puede alterar destinos. Con el sol poniéndose sobre el horizonte texano, queda claro que el Gran Premio de Estados Unidos 2025 no será recordado solo por las curvas del COTA, sino por la cinta que casi cambia el guion de la temporada.
