Minutos después del anuncio, el mundo del ciclismo estalló de júbilo. Mensajes de todo el planeta felicitaron a Tadej Pogačar y Urška Žigart por su revelación que les cambiaría la vida.

La pareja, a menudo admirada por su humildad y fuerte vínculo, había elegido un jardín tranquilo en Liubliana para el anuncio, lejos de los flashes de las cámaras y el caos de la fama.
Mientras Pogačar permanecía de pie junto a Urška, con la mano suavemente apoyada sobre la de ella, los periodistas notaron que se le llenaban los ojos de lágrimas. «Esta es nuestra mayor victoria», susurró en voz baja.
Esas pocas palabras conmovieron corazones en todo el mundo. El campeón que conquistó montañas y contrarrelojes finalmente se había rendido, no ante un oponente, sino ante el amor, la familia y el milagro de una nueva vida.

Los fans esperaban un comunicado de prensa formal. En cambio, recibieron algo mucho más emotivo. Tadej abrió su transmisión en vivo de Instagram, sonriendo nervioso mientras Urška sostenía un pequeño body de bebé bordado con el nombre “Lina”.
La multitud contuvo el aliento. «Es una niña», dijo con la voz temblorosa de alegría. «Y estamos deseando conocerla». En cuestión de segundos, corazones y emojis de llanto inundaron todas las plataformas.

Leyendas del ciclismo como Chris Froome y Marianne Vos fueron los primeros en comentar, enviando buenos deseos y recordando momentos familiares. «Has ganado muchas carreras, pero esta es eterna», escribió Froome.
Pero lo que realmente revolucionó internet fue el emotivo mensaje que Tadej compartió justo después: «Para mi pequeña Lina: que tu mundo siempre brille más que cualquier meta que yo haya cruzado».
Esa simple frase se difundió por los medios de comunicación en cuestión de minutos. Los aficionados la tradujeron a más de 30 idiomas. El hashtag #RideForLina se convirtió en tendencia, simbolizando el amor, la familia y la esperanza en el deporte.
Mientras tanto, el primer ministro esloveno incluso tuiteó felicitaciones, calificando a Pogačar y Žigart como “el orgullo de una nación y, ahora, el símbolo de un amor que trasciende la competencia”.

Urška, radiante de emoción, reveló más tarde que el embarazo se descubrió poco después del Tour de Francia. «Queríamos mantenerlo en privado hasta que nos sintiéramos preparados», dijo entre lágrimas.
También compartió cómo reaccionó Pogačar al enterarse de la noticia. “No dijo ni una palabra; solo me abrazó y lloró. Ese momento lo cambió todo para nosotros”.
La historia se volvió aún más conmovedora cuando amigos cercanos revelaron que Tadej había pausado en secreto varias negociaciones de patrocinio para pasar más tiempo con Urška antes de que naciera el bebé.
“Quería estar presente en todas las citas médicas”, compartió una fuente del equipo. “Dijo que este era el único camino que se negaba a recorrer a toda prisa”.

En una época donde la fama a menudo eclipsa las emociones, su sinceridad conmovió a millones. Los fans describieron a la pareja como “un raro recordatorio de que detrás de cada campeón hay un corazón que late”.
Pronto aparecieron fotos de Tadej y Urška sosteniendo un pequeño par de zapatillas de ciclismo —rosas, hechas a medida por uno de sus patrocinadores, con la palabra “Lina” bordada en hilo plateado—.
La imagen se convirtió instantáneamente en un icono. En cuestión de horas, se compartió más de tres millones de veces, batiendo récords de interacción para cualquier publicación relacionada con el ciclismo en la historia.
Varias marcas se pusieron en contacto para proponer colaboraciones, pero la pareja declinó. «Este momento no es para obtener beneficios», aclaró Tadej. «Es para nosotros y para todos los que creen en el amor».

El representante de la pareja confirmó posteriormente que planean casarse la próxima primavera, después del nacimiento de su hija. “No será una boda real”, dijo, “pero será hermosa y sincera”.
Al caer la noche, los aficionados se reunieron frente a su casa con flores y velas, coreando: “¡Corre por amor, Tadej!”. El campeón apareció en la ventana y saludó, visiblemente emocionado.
En unas palabras finales poco comunes, agradeció a todos. «He ganado maillots amarillos, pero nada se compara con esta sensación», dijo. «Este es el verdadero podio: nuestra pequeña familia».
En todo el mundo, la historia se convirtió en algo más que una noticia deportiva. Se convirtió en un símbolo del amor que triunfa sobre la fama, de la humanidad que brilla a través del caos de la competición.
Y mientras millones de personas veían la foto de la pareja tomada de la mano al atardecer, un comentario lo resumió a la perfección: “Conquistó las montañas de Francia; ahora está escalando la más grande de todas: la paternidad”.
