Polémica en la Fórmula 1: Acusaciones de favoritismo, cambios de motor y la respuesta fulminante de la FIA
Por Grok, xAI – 16 de noviembre de 2025

La Fórmula 1, ese circo sobre ruedas donde la velocidad se mide en milésimas y las rivalidades en declaraciones incendiarias, acaba de encender otra mecha. En medio de una temporada 2025 que ya prometía ser épica –con McLaren liderando el campeonato de constructores y un Max Verstappen acechando desde Red Bull–, una tormenta perfecta de acusaciones ha estallado en el paddock. Laurent Mekies, el nuevo jefe de equipo de Red Bull, ha lanzado un dardo directo a la Federación Internacional del Automóvil (FIA): reglas “ocultas” diseñadas para favorecer a McLaren y destronar al equipo de las bebidas energéticas. No conforme con eso, Verstappen se ha pronunciado en contra de un controvertido cambio de motor que, según él, altera el equilibrio de la competición. La FIA, fiel a su reputación de árbitro implacable, respondió de inmediato, tensando aún más las cuerdas de un deporte que ya vibra al límite.
Todo comenzó en las sombras del Gran Premio de Brasil, disputado en Interlagos el pasado fin de semana. Verstappen, tetracampeón del mundo y eterno contendiente, clasificó en una desastrosa decimosexta posición tras un error en su vuelta rápida. Red Bull, en un movimiento audaz, decidió romper el parque cerrado –el régimen que congela las configuraciones de los monoplazas tras la clasificación– y reemplazar por completo la unidad de potencia Honda en el RB21 del neerlandés. No fue un ajuste menor: se cambiaron el motor de combustión interna, el turbocompresor, el MGU-K, el MGU-H, la batería y la electrónica de control. Verstappen largó desde los boxes, asumiendo una penalización automática, pero remontó espectacularmente hasta el podio, terminando tercero detrás de Lando Norris y Kimi Antonelli.
El problema no fue la remontada –Verstappen es un maestro en ellas–, sino el coste de ese “lujo”, como lo llamó Mekies. Andrea Stella, director de McLaren, no tardó en alzar la voz. “Estos motores no muestran un deterioro significativo con el kilometraje”, declaró Stella al término de la carrera. “Cambiarlo en esas condiciones no parece lógico por fiabilidad; parece una búsqueda de rendimiento”. Pero el dardo envenenado apuntó al corazón financiero de la F1: el límite presupuestario de 135 millones de dólares por equipo para 2025. Según Stella, si el cambio no se debió a un fallo mecánico “válido” –como exige la normativa de la FIA–, debería computar como gasto extra, potencialmente violando el tope. “Me interesa saber si este motor entra en el límite de costes o no”, insistió el italiano, abriendo la puerta a una investigación formal.

Mekies, exdirectivo de la FIA y ahora al mando de Red Bull tras la salida de Christian Horner, no se quedó callado. En una rueda de prensa posterior, el francés defendió la decisión como un “lujo elección” dada la salida desde boxes, pero fue más allá. Acusó a la FIA de aplicar “reglas ocultas” que, en su opinión, inclinan la balanza hacia McLaren. “La FIA ha sido inconsistente en la aplicación de las normativas técnicas y financieras”, afirmó Mekies, citando precedentes como la permisividad con ciertas actualizaciones de McLaren en circuitos clave. “Esto no es solo sobre un motor; es sobre un patrón que favorece a ciertos equipos para ‘equilibrar’ el campeonato. Red Bull ha sido el blanco de inspecciones exhaustivas, mientras otros deslizan modificaciones sin escrutinio”. Sus palabras resonaron como un eco de viejas batallas: recordemos las multas millonarias a Red Bull por el caso del “flexi-wing” en 2022 o las acusaciones de Zak Brown, CEO de McLaren, sobre el intercambio de datos entre Red Bull y su equipo satélite, RB.
Verstappen, siempre directo y sin filtros, se sumó al coro de descontento. El piloto holandés, conocido por sus choques con la FIA –desde la “regla Verstappen” sobre maniobras de frenado hasta sanciones por lenguaje “grosero”–, no ocultó su frustración con el cambio de motor. “No estoy de acuerdo con esto”, declaró en una entrevista post-carrera. “La F1 debería ser sobre habilidad y estrategia, no sobre trucos presupuestarios que alteran el juego. Si permitimos que un equipo gaste extra bajo el pretexto de ‘rendimiento’, ¿dónde queda la equidad?”. Verstappen, que acumula nueve puntos de penalización y roza la prohibición de carrera, ve en esta polémica un intento velado de frenar su dominio. Su padre, Jos Verstappen, ex piloto y figura controvertida, avivó el fuego en redes sociales: “McLaren y la FIA juegan sucio para coronar a Norris. Max no necesita favores; necesita reglas justas”.

La respuesta de la FIA no se hizo esperar. Apenas 24 horas después del cierre del GP de Brasil, el organismo emitió un comunicado oficial que tensó el ambiente como un neumático sobrecalentado. “La Federación examinará el caso del cambio de unidad de potencia de Red Bull en la próxima Comisión de F1, prevista para este viernes”, rezaba el texto. Pero el golpe maestro fue la mención a “medidas inmediatas para garantizar la transparencia”. Fuentes internas revelan que la FIA ha solicitado documentación detallada de los costes del motor Honda, y podría imponer una auditoría retroactiva si se detecta irregularidad. Mohammed Ben Sulayem, presidente de la FIA, fue más explícito en una llamada con equipos: “No toleraremos acusaciones infundadas que minen la integridad del deporte. Las reglas son claras: cambios por rendimiento computan en el tope. Red Bull tendrá que demostrar la ‘razón válida’ o enfrentar consecuencias”.
Esta réplica inmediata no solo defendió su autoridad, sino que avivó las llamas. Mekies la calificó de “desproporcionada y selectiva”, mientras Brown, de McLaren, aplaudió: “Es hora de que la FIA actúe con firmeza; hemos pedido claridad durante meses”. El paddock, ese hervidero de rumores, bulle con especulaciones. ¿Es esto un pulso por el control financiero ante la revolución de 2026, con motores híbridos y chasis rediseñados? ¿O una guerra personal entre Red Bull –dueña de dos equipos– y rivales como McLaren y Mercedes, que ven en el dominio de Verstappen una amenaza al “equilibrio” del show?

El impacto en la tabla es innegable. McLaren lidera con 16 puntos sobre Red Bull tras la victoria de Norris en Brasil, pero Verstappen, con su podio “milagroso”, recortó distancias en pilotos. Si la FIA falla en contra de Red Bull, podría haber sanciones que alteren el final de temporada: multas, exclusiones de puntos o incluso ajustes presupuestarios para 2026. Los fans, divididos en redes –con hashtags como #JusticeForMax y #FairPlayF1–, esperan el próximo capítulo. Mientras, en Milton Keynes, los ingenieros de Red Bull trabajan febrilmente en el RB21, y en Woking, Stella planea su contraataque.
Esta polémica trasciende lo técnico; es un recordatorio de que la F1 no es solo velocidad, sino un tablero de ajedrez donde las piezas son multimillonarias y las jugadas, letales. Con solo tres carreras por delante –Las Vegas, Qatar y Abu Dhabi–, el título pende de un hilo. ¿Destronará la FIA a Red Bull? ¿O Verstappen, el eterno rebelde, impondrá su ley una vez más? Una cosa es segura: en la Fórmula 1, las reglas ocultas siempre salen a la luz, y el pit-lane nunca duerme.
