
La noticia ha conmovido al mundo del deporte: Rafael Nadal y su esposa Xisca Perelló han revelado que su hijo, Rafael Jr., de solo cuatro años, ha sido diagnosticado con autismo leve. El pequeño, según la pareja, no habla mucho, pero disfruta golpeando pelotas contra la pared durante horas.
La revelación fue acompañada de sinceras palabras de Perelló, quien confesó que los primeros meses fueron un desafío. “Fue duro entenderlo, pero más duro fue aceptar que cada niño tiene su propio ritmo”, expresó entre lágrimas. Nadal, por su parte, optó por enfrentar la situación con serenidad y determinación.
Mientras Xisca insistía en comenzar una terapia psicológica profesional, Nadal creía que el tenis podría servir como una forma de terapia natural. “El movimiento, la rutina y la paciencia del juego pueden ayudarlo a conectar con el mundo”, afirmó el campeón, que conoce bien el poder transformador del deporte.
La historia tomó un giro inesperado cuando el también tenista Gaël Monfils, entre risas, comentó: “¡El rey de la arcilla tiene un hijo que ni siquiera sabe sostener una raqueta!”. La frase, aunque dicha en tono de humor, provocó la inmediata reacción de Nadal, que no dudó en defender a su familia con firmeza.
Visiblemente molesto, Nadal se dirigió a Monfils: “¡Cállate! ¿Qué sabes tú de mi familia? Puedes bromear conmigo, pero jamás con mi esposa o mi hijo”. Sus palabras, llenas de emoción, hicieron que Monfils se disculpara públicamente poco después. Xisca, abrazando a su hijo, no pudo contener las lágrimas.
Poco después del incidente, Nadal decidió actuar a su manera. Mandó construir una pequeña cancha de tenis en el jardín de su casa en Mallorca. Sin presión ni expectativas, comenzó a entrenar a su hijo todos los días, lanzándole 100 pelotas lentas, solo por diversión y conexión.
Fue durante una de esas tardes cuando ocurrió el milagro. Mientras golpeaban pelotas suavemente, Rafael Jr. rompió su silencio y dijo por primera vez “¡Papá!”. Nadal se quedó inmóvil unos segundos, con lágrimas en los ojos, mientras Xisca observaba desde la terraza, emocionada hasta el alma.
Aquel instante marcó un antes y un después en la familia. Rafael Jr. comenzó a reír mientras golpeaba la pelota, y Nadal descubrió que, más allá de los trofeos, ese momento era su mayor victoria. “No necesito otro Roland Garros, solo escuchar su risa cada día”, confesó a sus allegados.
La pareja ha decidido mantener la privacidad de su hijo, pero su historia ha inspirado a miles de familias que enfrentan diagnósticos similares. Nadal y Xisca demostraron que el amor, la paciencia y la comprensión pueden ser más poderosos que cualquier tratamiento clínico o pronóstico médico.
Hoy, Rafael Jr. ya sostiene una pequeña raqueta y juega junto a su padre en la cancha central de Mallorca. Aunque el camino será largo, Nadal confía plenamente en su hijo. “Si aprende a disfrutar del juego, ya habrá ganado su primer gran título”, declaró con una sonrisa llena de orgullo.
