“«¡POR ESO PERDÍ LA FINAL, JODER!» Alcaraz rompe a llorar desconsolado y apunta con el dedo a los 12.000 tifosi italianos fuera de sí que no le dejaron ni respirar contra Sinner: «¡Me insultaban hasta en el puto hotel, me escupían a la cara por la calle, cada golpe que daba era un infierno de pitos y abucheos…! ¡No podía ni pensar, hostia, por eso ganó Sinner!» Pero eso no es todo. Alcaraz desvela ahora detalles que jamás había contado de lo que pasó en el túnel justo antes del partido: allí le rodearon los gritos, un grupo de ultras le intimidó hasta el punto de que le temblaba la mano con la raqueta… «…pero entonces vi a Sinner mirándome —y supe que ya era demasiado tarde.»”

Carlos Alcaraz ha decidido romper el silencio tras semanas de rumores, especulaciones y teorías que circulaban por todas las redes sociales sobre la dolorosa final que perdió contra Jannik Sinner. El murciano, visiblemente agotado emocionalmente, confesó que nunca había vivido una atmósfera tan hostil, tan cargada de tensión y tanta presión externa como la que sufrió en Turín durante aquellos días decisivos.
Según relató, la situación comenzó a descontrolarse incluso antes de pisar la pista. Alcaraz asegura que los seguidores italianos, enloquecidos por apoyar a su ídolo local, lo persiguieron por toda la ciudad con insultos, provocaciones constantes y una agresividad que jamás imaginó encontrar en un torneo de ese nivel. Él mismo reconoce que intentó mantener la calma, pero el ambiente era irrespirable.
El joven español contó que cada salida del hotel era un infierno. Decenas de aficionados lo esperaban únicamente para abuchearlo, gritarle obscenidades o burlarse de su juego. Admitió que hubo un momento en el que incluso temió por su integridad física, algo completamente inusual en el tenis profesional. Dijo que, al caminar hacia el transporte oficial, no faltó quien se acercara demasiado.

Alcaraz reveló que una de las escenas que más le afectó ocurrió cuando un aficionado se abalanzó sobre él solo para escupirle en la cara antes de que la seguridad pudiera intervenir. Esa humillación, que hasta ahora había preferido callar, lo dejó emocionalmente destrozado y le hizo perder la concentración que tanto necesitaba para enfrentar a Sinner.
Durante sus entrenamientos previos al partido, aseguró que cada golpe que ejecutaba era acompañado por un estruendo de silbidos que resonaba por todo el recinto. Dijo que jamás había sentido tal nivel de hostilidad ni un rechazo tan unánime, al punto de que cada movimiento suyo se convertía en motivo de burla. Aquello minó su confianza, afectó su respiración y colapsó su claridad mental.
Carlos explicó que no se trataba solo de ruidos o abucheos normales de competición. Según él, el público parecía dispuesto a desestabilizarlo a cualquier precio, gritando entre puntos, insultando sin descanso y celebrando incluso sus errores más mínimos. Para el tenista español, aquello no era deporte: era un ataque psicológico calculado.

El momento más duro, sin embargo, ocurrió en el túnel de acceso a la pista. Alcaraz relata que, justo antes de salir, se encontró rodeado por un grupo reducido de ultras italianos que habían logrado situarse demasiado cerca del pasillo. Dice que le lanzaron amenazas veladas, comentarios hirientes y burlas diseñadas para hundirlo antes de empezar.
Asegura que la tensión fue tan insoportable en aquel instante que sintió cómo la raqueta temblaba entre sus manos. La presión emocional, sumada a la adrenalina, le provocó un bloqueo físico que no pudo controlar. Confesó que nunca en su carrera se había sentido así, tan vulnerable, tan superado por el ambiente exterior.
En ese preciso momento, narra que levantó la vista y vio a Jannik Sinner mirándolo desde el otro extremo del túnel. Dice que no fue una mirada desafiante, sino un gesto frío, tranquilo y totalmente concentrado. Alcaraz comprendió entonces que él había sido absorbido por el caos, mientras Sinner permanecía intacto.
El español reconoce que, en ese instante, supo que la final estaba prácticamente perdida antes incluso de jugar el primer punto. Sintió que había llegado mentalmente roto a la pista, sin la claridad ni la fuerza psicológica necesarias para competir contra un rival tan sólido. Esa frustración lo acompañó durante todo el partido.

Aun así, Alcaraz insiste en que jamás quiere desmerecer el trabajo de Sinner. Dice que su rival jugó un tenis impecable, disciplinado y sin fisuras. Sin embargo, sostiene que él no pudo mostrar su verdadero nivel debido al entorno insoportable que lo rodeó durante toda la jornada. La derrota, admite, no fue solo deportiva.
El murciano también confesó que, al finalizar el encuentro, se derrumbó completamente en el vestuario. Entre lágrimas, comprendió el peso del desgaste emocional acumulado. Había intentado mantenerse fuerte durante días, pero el acoso constante terminó por quebrarlo. Nunca imaginó llorar así por un partido de tenis.
Alcaraz comentó que dudó mucho antes de hacer pública su experiencia, principalmente porque no quería crear polémicas innecesarias ni acusar directamente a todo un país. Pero finalmente decidió hablar porque, según él, nadie debería vivir una situación así en el deporte. Cree que es necesario reflexionar sobre los límites del fanatismo.
También pidió que el tenis internacional tome medidas para evitar que episodios similares vuelvan a repetirse. Para él, la pasión de los aficionados no debería convertirse nunca en violencia psicológica. Asegura que ama Italia, aprecia a sus seguidores y sabe que la mayoría se comportó correctamente, pero una minoría lo destruyó emocionalmente.
A pesar de la dureza de sus declaraciones, Alcaraz afirma que volverá más fuerte. Dice que esta experiencia, aunque traumática, le enseñó mucho sobre resiliencia, paciencia y preparación mental. Promete que trabajará más que nunca para que ningún entorno hostil vuelva a derribarlo de esa manera.
El español concluyó diciendo que aún respeta profundamente a Sinner y que espera reencontrarse con él en futuras finales, esta vez con la mente más clara y un ambiente más justo. Está convencido de que su rivalidad apenas comienza y que lo mejor de ambos está aún por llegar.
