¡Por favor, deténganse, se los ruego! Estelle Ogilvy rompe en llanto y defiende con el alma a Franco Colapinto tras una tormenta de odio en el Gran Premio de México

En una escena que conmovió a todo el mundo del automovilismo, Estelle Ogilvy, la novia del piloto argentino Franco Colapinto, rompió en llanto frente a los medios y pidió públicamente a los fanáticos que detuvieran los ataques y las críticas despiadadas contra su pareja. La joven, visiblemente afectada, habló con el corazón abierto y reveló que los últimos días han sido “un infierno silencioso” para el piloto.
Durante el Gran Premio de México, una mala estrategia del equipo y un error técnico arruinaron la carrera de Colapinto, que se encontraba en una posición prometedora para sumar puntos cruciales en el campeonato. Sin embargo, la frustración deportiva pronto se convirtió en una tormenta mediática. En las redes sociales, cientos de mensajes llenos de odio comenzaron a llegar, muchos de ellos cruzando la línea del respeto.
Estelle contó, entre lágrimas, que Franco recibió llamadas de acoso en plena madrugada, con insultos crueles como: “¡Perdedor, inútil, deja de correr!”. “Nadie imagina lo que duele escuchar esas palabras cuando él da todo cada día”, dijo, su voz quebrada por la emoción. “No es solo un piloto, es una persona con sentimientos, con una familia que sufre junto a él”.

La situación ha generado un profundo debate sobre la toxicidad en el deporte moderno, especialmente en tiempos donde las redes sociales amplifican tanto el apoyo como el odio. Muchos pilotos, incluyendo figuras reconocidas como Fernando Alonso y Lando Norris, han expresado su solidaridad con Colapinto, recordando que los deportistas no son máquinas y que el respeto debe prevalecer incluso en la derrota.
El equipo de Colapinto también emitió un comunicado pidiendo calma a los aficionados. “El automovilismo es un deporte de riesgo, de pasión y de errores humanos. Franco es parte fundamental de nuestro proyecto, y estamos orgullosos de su esfuerzo y dedicación”, decía el mensaje. Pero las palabras más poderosas vinieron de Estelle Ogilvy, quien, entre la rabia y el dolor, pronunció ocho palabras que resonaron en todo el paddock:
“No destruyan a quien solo intenta cumplir su sueño.”
Esa frase se volvió viral en cuestión de horas. Miles de fanáticos comenzaron a compartirla junto con fotos del piloto, usando el hashtag #FuerzaFranco, en una ola de apoyo que transformó el odio inicial en compasión. En Buenos Aires, algunos seguidores incluso dejaron flores y mensajes frente a la academia de karting donde Colapinto dio sus primeros pasos.
En una entrevista posterior, Estelle confesó que había dudado antes de hablar públicamente, pero decidió hacerlo porque “ya era demasiado”. “Cada vez que él llegaba a casa después de una carrera difícil, trataba de sonreír, pero yo sabía que algo dentro de él se estaba rompiendo”, relató. “No merecía cargar solo con tanto dolor.”
Fuentes cercanas al entorno del piloto revelaron que Franco Colapinto había considerado alejarse temporalmente de las pistas para cuidar su salud mental, pero después del mensaje de apoyo recibido, ha decidido continuar compitiendo. “Quiere demostrar que la pasión puede más que el odio”, dijo uno de sus representantes.
En Argentina, la noticia ha despertado una ola de empatía. Varios medios deportivos dedicaron espacios a reflexionar sobre la presión extrema que enfrentan los jóvenes talentos, especialmente cuando representan las esperanzas de toda una nación. Los psicólogos deportivos subrayan que la crítica constructiva puede ser útil, pero el acoso sistemático deja cicatrices profundas.
A pesar de todo, Estelle cerró su declaración con esperanza: “Franco no se rendirá. Y mientras él siga soñando, yo estaré a su lado, creyendo con él”. Su mensaje, lleno de amor y resiliencia, ha sido interpretado como un recordatorio de que detrás del casco y la velocidad hay un ser humano que siente, sufre y lucha.
Hoy, mientras el rugido de los motores se aleja y el polvo del circuito mexicano se asienta, el caso de Franco Colapinto deja una lección que trasciende el deporte: la verdadera victoria no siempre está en el podio, sino en resistir con dignidad ante la tormenta.
Y tal vez, esas ocho palabras de Estelle Ogilvy no fueron solo una súplica, sino una declaración de amor y humanidad en medio del ruido:
“No destruyan a quien solo intenta cumplir su sueño.”

